Tras empatar 1 a 1 con Belgrano en el Monumental, y con un global de 3-1 en contra, River descendió a la B Nacional por primera vez en su historia. Un grupo de hinchas no se bancaron la caída y destrozaron las instalaciones del club. El equipo cordobés vuelve a 1ra y el Millonario atraviesa la peor crisis de sus 110 años de vida.
Jamás creí que iba a tener que escribir esta nota. Ver a River en la segunda categoría del fútbol argentino es algo que nadie, ni el más acerrimo enemigo de la Banda Roja se imaginó alguna vez en su vida. Pensar que por un año no va a haber superclásicos o que el club de Núñez enfrentará por primera vez en su historia a equipos como Guillermo Brown de Puerto Madryn, Patronato de Paraná y Defensa y Justicia, por citar algunos ejemplos, roza lo bizarro.
Jose María Aguilar, Mario Israel, Daniel Passarella, y muchos otros son hoy por hoy disparadores de conflicto en cualquier charla con un hincha de River. Este descenso no es más que el resultado de sus pésimas decisiones institucionales a la hora de armar planteles, elegir entrenadores y vaciar a la institución más grande de Argentina.
Que Mariano Pavone haya errado un penal decisivo o que Sergio Pezzotta no haya cobrado un clarísimo penal sobre Leandro Caruso, que hubiera puesto el 2 a 0 con el que River se quedaba en Primera es buscar un culpable actual de algo que se veía venir hace mucho. El último puesto con Diego Simeone en 2008 fue la luz de alerta para un club que no supo darse cuenta nunca de la realidad. Mientras declaraban "River es Aruba", River agonizaba. Para salir a flote, primero hay que tocar fondo eso es cierto ¿pero servirá esto?.
Lo único claro en estas horas es lo que indican los hechos: River en la B, Monumental clausurado por los destrozos y un club sumido en la peor crisis de toda su historia.
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