Balón de oro en un Mundial juvenil, premio al mejor jugador joven del mundo, jugador del año de la UEFA, goleador de La Liga, goleador de múltiples competencias, miembro del “Once ideal” de la FIFA y más de un medio deportivo, deportista del año, ciudadano ilustre de Rosario, Olimpia de Oro, tres veces Balón de Oro de la FIFA y miles de distinciones más.
228 goles en Barcelona. Segundo, por ahora, máximo goleador en la historia del club Catalán. 22 goles en la Selección Argentina. Quinto, también por el momento, máximo goleador de la Albiceleste. 149 goles en la liga de España, 49 en Champions League, 17 en Copa del Rey, 8 en Supercopa de España, 4 en el Mundial de Clubes y uno en la Supercopa de Europa. Además, 2 goles con la Selección Sub-23 y 11 con la Sub-20.
Cinco ligas españolas, cinco Supercopas de España, una Copa del Rey, tres Champions League, dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de Clubes, una Copa Mundial juvenil y un Oro en los Juegos Olímpicos.
Distinciones, goles y títulos, sobran. Negadores y eternos “contras”, también abundan. Y a montones. Lionel Andrés Messi, para dar una estadística final y cerrar, al menos en el marco de estas líneas, la cantidad de números que pueden ser abrumadores, marcó 274 goles en 429 partidos oficiales y cuenta con un promedio de gol de 0,64 goles/partidos jugados.
Goles de zurda, de derecha, de cabeza, por arriba del arquero, gambeteándolo, dejando a medio equipo rival en el camino, de tiro libre, al medio del arco, a los costados, al ángulo, a la “ratonera”, de taco, de caño, de volea y hasta con la mano. El Negro Alejandro Dolina, en su maravillosas “Crónicas del Ángel Gris”, creó a “Los Refutadores de Leyendas: incrédulos, negadores, necios personajes abocados pura y exclusivamente a, como su nombre lo indica, refutar las historias que ocurrían en el Barrio de Flores.
Messi logró lo impensado, una vez más. Extendió la “jurisdicción” de los Refutadores de Leyendas no solo al antes mencionado barrio Porteño sino a todo el mundo. Desde La Quiaca a Ushuaia, de Rosario a Cataluña y desde la Isla Attu, en Alaska, hasta la Isla Caroline, en Kiribati – los lugares más al este y al oeste, respectivamente, del planeta.
Toda buena nueva de la Pulga es contratacada intempestivamente con un planteo ilógico, casi rozando lo vulgar. Si gambeteó al arquero después de haberle quebrado la cintura a más de un rival, los jugadores rivales no le ofrecen la resistencia necesaria. Si mete un gol, no contribuye a nada más que aumentar la goleada.
Desde hace ya varios años, y su promedio de gol a lo largo de sus casi ocho años de carrera lo demuestra, dejó de ser asistidor para convertirse en goleador. Dejó de meter el último gol de un marcador abultado, para hacer el primero de un partido cerrado. Dejó de ser el argentino Messi, para ser el mejor del mundo. Mal que le pese al carilindo delantero del Real Madrid, que también es muy buen jugador, o a O’Rei desde su merecido tercer lugar del podio, Lío, después de Maradona, es de lo mejor que dio el fútbol. Hubo grandísimos jugadores, por supuesto, pero que no vale la pena mencionar por no comer el delito de olvidarse alguno o simplemente porque no alcanzan a tener la magnitud de jugadores que son ovacionados en cualquier rincón del planeta, dejando de lado su nacionalidad o camiseta que visten.
Un solo karma tiene Messi. Una sola deuda pendiente y casi su tendón de Aquiles: triunfar con la Selección Argentina. Participó de dos Mundiales, muy diferentes entre sí por cierto. A Alemania 2006 llegó como la futura nueva maravilla del mundo y vio, descalzo y sentado en el piso del banco de suplentes, como los locales eliminaban al equipo de Pekerman por penales. A Sudáfrica 2010, con el ingrediente extra de Diego Maradona al frente del equipo, arribó como titular indiscutido. No rindió como se esperaba, Argentina se fue eliminada nuevamente por Alemania con un 4 a 0 de por medio y, en esa maldita manía argentina de buscar un culpable en todas las situaciones adversas, se pidió la cabeza de Messi.
Sumado a todo esto el fracaso en la Copa América, las frases, tan fáciles y tan “del diario del lunes, como “No siente la camiseta” o “Es español, que se quede en Barcelona” inundan foros, conversaciones de café y muchos otros lugares.
Tal vez sea Brasil 2014 la ocasión más que oportuna para que, de una vez por todas, y, a gusto del autor, en algo que no puede condicionar el pasado, presente y más que probable futuro de un fuera de serie, se redima y levante la Copa del Mundo, desterrando el mito y bajando la persiana de cualquier reproche posible.
Mientras tanto, que los de afuera sigan siendo de palo y que con la pelota en los pies, como mejor sabe hacerlo, Lionel Messi se encargue de demostrar lo que sabe hacer. Y que los “Júdas del fútbol” sigan negando. Ellos se lo pierden.
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#BuenosDías y #FelizMartes !! Esperamos que los Reyes Magos y Papa Noel se hayan portado muy bien con vosotros este año, a nosotros nos han dejado bajo el árbol... ¡¡EL 3º CAPÍTULO!! VAYA REGALAZO!
La única condición que nos han puesto es que lo compartamos con vosotros, así que aquí lo tenéis! VAMOS!
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